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Outplacement, ¿qué prácticas seguir?

El outplacement, además de recolocar a los trabajadores despedidos, también tiene una serie de estrategias de apoyo psicológico para esos trabajadores, ya que algunas personas que se encuentran bajo una desvinculación laboral pueden sufrir ansiedad, depresión, bajada de autoestima, tensión, etc. E incluso, sufrir situaciones más severas como el alcoholismo u otro tipo de adicción. En general, un despido puede ayudar al deterioro de la salud psicológica, la desaparición del bienestar y la falta de satisfacción con la nueva vida.

Es por ello que, el apoyo psicológico en esta etapa de incertidumbre laboral es muy importante, sobre todo en los primeros momentos del proceso, además de la orientación ocupacional y búsqueda del mercado de empleo.

Para que el outplacement sea un buen programa, las prácticas a seguir son:

  1. Se llevará a cabo una evaluación en la que mediante unas reuniones con los expertos de outplacement, se buscan las mejores cualidades y capacidades del trabajador y cómo se podrían potenciar. Además de conocer la situación familiar y personal de la persona en concreto.
  2. Se analizan las posibles alternativas. En este caso se estudian las diferentes opciones para aprovechar al máximo las aptitudes profesionales que más destacan en el trabajador, bien sea por cuenta ajena en otra empresa, o por cuenta propia emprendiendo.
  3. Planificación en la que se organizan los pasos a dar, como la creación del currículum o las herramientas necesarias para emprender un proyecto propio, además de trabajar una red de contactos.

A todo esto, se le suma, el acompañamiento y apoyo psicológico en todo el proceso, intentando aportar las armas necesarias para convertir la situación en oportunidad. Además, se hace un seguimiento riguroso a lo largo de varios meses o, en casos concretos hasta que el trabajador se integra por completo de nuevo al mundo laboral.

En definitiva, el outplacement es un proceso que, si se realiza de una manera correcta puede ser beneficioso tanto para el trabajador como para la empresa. La introducción de esta práctica en las empresas hace que estemos viviendo una revalorización de la persona como centro de la actividad.